Dragon
Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado.
En
lo personal, me considero una persona bastante lenta en general. Ando despacio,
tardo el doble en pasarme un juego que cualquier jugador medio, cocino despacio
y así en casi todos los ámbitos de mi vida. Me gusta ir a mi ritmo. Esta
lentitud también me hace ser una persona paciente.
Sin
embargo, nunca pensé que me encontraría con algo más lento que yo. Con algo que
me sacara de mis casillas debido a su lentitud. Bienvenidos a Dragon Quest VII.
Bienvenidos al sopor.
Fragmentos
de un mundo olvidado….y aburrido.
Dragon
Quest VII salió originalmente en Japón en el año 2000 para PSX. A los europeos
no nos llegó dicho juego, y por esto había tantas ganas de recibir el remake de
Nintendo 3DS. En 2013 salió el remake en Japón, y tres años después, en 2016,
tuvimos la suerte de recibirlo en Europa. 16 años más tarde, pero al fin llegó…o
eso pensaba.
Antes
de continuar, quiero dejar claro que mi género favorito son los RPG,
especialmente los japoneses. Estoy acostumbrado a juegos con historias
extensas, con sistemas de combates por turnos, y que las partidas se vayan
fácilmente por encima de las 100 horas.
La
historia de Dragon Quest VII nos pone en el papel de un héroe al que debemos
nombrar, que junto con sus amigos Kiefer y Mariel inician una aventura para
encontrar fragmentos de tablillas que les permiten viajar al pasado, a zonas
del mundo que ya no existen en el presente. Cada región tiene su propia
historia independiente, y aunque al principio son algo interesantes, luego te
das cuenta de que el 90% de los diálogos no te llevan a ningún sitio y que la
mayoría de los NPC´s están más para hacer bulto que otra cosa. Como si del
relleno de un anime se tratara, solo 6 de las 18 localizaciones tienen digamos
un peso importante en la “historia”. Y digo “historia”, entre comillas, por que
la mayor parte del tiempo me lo pasé preguntándome que me quería contar el
juego detrás de cada historia independiente. Hasta que no superas la última
localización y consigues todos los fragmentos no empiezas a vislumbrar de qué
va el juego. Y llegar a este punto me costó entre 60 y 70 horas. Así que esas
60 horas consisten en ir al pueblo de turno, ver qué problema tienen los
aldeanos y resolverlo mientras el juego te fuerza a que des todas las vueltas
posibles y pierdas todo el tiempo del mundo. Cosas como hacer que tengas que
hablar con una serie de NPC´s en un orden exacto y preciso, repetir mazmorras
hasta 5 veces (¿Para qué vamos a hacer mas escenario si te puedo tener dando
vueltas en el mismo durante horas?), estar de recadero entre personajes que
están en los extremos del mapa…o tener que ir directamente a la otra esquina
del mundo a hablar con ese NPC que no parecía importante. Es jugar mientras el
juego te pone la zancadilla de manera constante.
Por
suerte, tras recorrer las 18 localizaciones (por duplicado, porque tienes que
visitarlas en el pasado y en el presente, no vaya a ser que te quedes sin
jugar) la historia se pone un poquito más interesante y se hace más llevadero
llegar al final de la misma. Dragon Quest VII tiene un problema similar a
Bravely Default (ATENCION SPOILERS) y sus 8 repeticiones. Cuando juegas sientes
que se te está alargando la historia de manera artificial, y es desesperante.
Superexplosión
para todos.
El
sistema de combate de este Dragon Quest VII me sorprendió por lo increíblemente
simple que es. Al principio, tenemos nuestros personajes y no podemos hacer
mucho más con ellos que ponerles equipo y subir de nivel (y si te lo estabas
preguntando: sí, subir un nivel es lentísimo y requiere cantidades absurdas de
experiencia desde el principio) para que aprendan alguna habilidad. Cuando
Mariel (para mi, el mejor personaje del juego en cuanto a personalidad y
habilidades) aprende el hechizo miniexplosión, los combates se resumen en
lanzar este hechizo y llevarte por delante a todo bicho viviente. Si había
algún tipo de resistencia y afinidades a los elementos (cosa característica de
un gran número de RPGs) yo no lo vi, ya que pocos enemigos normales aguantaron
más de dos hechizos de la todopoderosa Mariel.
Al
llegar a la octava isla (lo cual puede llevarte unas 20 horas de partida),
accederemos al sistema de profesiones, que es donde se supone que está la
“chicha” del juego. Ahora podremos elegir la profesión (y por tanto las
habilidades) que aprenderán nuestros personajes, pero, de nuevo, lo hace de una
manera que parece buscar el tedio. Las profesiones de nuestros personajes suben
de nivel por número de combates, pero no tendremos conocimiento de cuantos
combates nos quedan para subir un nivel la profesión….a no ser que vayamos a
hablar con un NPC en la Abadia Vocationis. ¿Y si queremos cambiar de profesión,
porque ese jefe de turno se nos resiste con la configuración actual de las
profesiones de nuestro grupo? Pues te tocar volver a ir a la Abadia Vocationes,
hablar con el NPC encargado de cambiarte la profesión, y volver a donde estaba el
jefe. Algo que se podía haber solucionado con un menú y que te llevara 5
segundos, pasa a ser un paseo de un sitio a otro del mundo. ¿Era necesario
hacer esto así? No hay nada en la trama que lo justifique, y una vez más,
parece hecho a posta para alargar artificialmente la vida del título.
Sopor
hasta el final.
En
pocos juegos me ha costado tanto llegar hasta el final como en este Dragon
Quest VII, y no porque fuera difícil (de hecho a poco que te detengas a subir
las profesiones y hagas a Mariel aprender todos los hechizos posibles, se
convierten un aburrido y eterno paseo), sino porque no encontraba motivaciones
para jugar. Estuve a punto de dejarlo aparcado para siempre en numerosas
ocasiones, pero no sé muy bien por qué seguí adelante con él. Hacia el final se
me hizo más interesante la historia, y
en la pelea final contra el malo malísimo de turno, me gusto. Fue una pelea
difícil, a la que fui justo de nivel (me negaba a pasar otras 20 horas de subir
nivel) e hizo, que por primera vez en 90 horas de juego, este fuera
emocionante. Después de acabar de derrotar a la enésima transformación del
jefe, acabó el combate y pensé que cómo era posible que ese combate hubiese
sido más divertido que todo el resto del juego junto. Quizás fuera el haber
acabado por fin el juego y quitarme al maldito Dragon Quest VII de encima.
Y en
el clímax máximo, esperándome una escena que diera por concluida la
historia…..me encuentro con que tengo que ir a todas y cada una de las ciudades
importantes de la historia a decirles a los
NPCs que habíamos derrotado al malo. ¿En serio? ¿En serio no se podía
haber hecho lo mismo, con una escena de 2 minutos, y no tenerme 30 minutos dando
vueltas? Todo el buen sabor de boca de la batalla final desapareció al momento.
Tras 90 horas repartidas en 4 meses, le di fin.
Me
alegro de haber jugado hasta el final al juego, y no puedo dejar de tener un
sentimiento de “amor/odio” hacia esta obra. Hay cosas que me han gustado, pero
han sido tan pocas que quedan muy diluidas entre tantas horas de relleno y mas
relleno. Los protegonistas, por ejemplo, son buenísimos, todo carisma y al final
del juego ves que les has cogido hasta cariño. Pero en general, no me ha
gustado nada este juego. La historia está mal estructurada, el sistema de
combate es simple hasta rozar lo insultante y no te da motivación alguna para
seguir jugando. No podría recomendarle a nadie este juego, salvo a un fan
acérrimo del RPG al que no le quede otra cosa a la que jugar. Si queréis
iniciaros en la saga Dragon Quest, huid de este e id a por el Dragon Quest
VIII, también en 3DS y muy superior a su predecesor.
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