Outlast
Pese
a que en la época de Playstation y Playstation el género del Survival Horror
fue uno de aquellos a los que más jugué, hacía años que no me ponían en frente
de uno. El estilo que impuso Amnesia de juegos de terror en primera persona no
me pareció adecuado al principio, más que nada por perder esos ángulos de
cámara que te hacían avanzar sin tener ni idea de lo que tenías delante.
Gracias a la demo del (tristemente) cancelado Silent Hill P.T y a la jugada de
Resident Evil 7 a la hora de adoptar la primera persona para adaptarse a los
tiempos que corren, vi que si que se podía adaptar la tensión del género a la
inmersiva vista en primera persona.
Así,
cuando tuve la oportunidad de jugar al que, junto a Amnesia, ha redefinido el
género del Survival Horror, no me lo pensé dos veces. Bienvenidos a Outlast.
Reportero
en el infierno.
Outlast
comienza con nuestro protagonista, Miles Upshur, llegando a la puerta del
psiquiátrico Mount Massive. Miles recibió un correo electrónico en el que le
daban el chivatazo de que, desde que la corporación Murkoff adquirió dicho psiquiátrico,
se habían estado realizando experimentos carentes de moralidad con los
pacientes. Miles, cámara en mano, se cuela en el edificio principal para darse
cuenta, horrorizado, de que Mount Massive se encuentra sumido en el caos. Los
pacientes andan sueltos y nosotros estamos encerrados con ellos, con el único
objetivo de escapar. La historia se nos ira contando en pequeñas pinceladas,
con las que se mantiene el misterio de que ha pasado (y está pasando) en el
psiquiátrico. Recordando a los mejores capítulos de Expediente X, Outlast sabe
jugar entre lo paranormal y lo científico.
En
nuestro periplo por Mount Massive solo contaremos con la ayuda de nuestra
cámara. Con ella, además de grabar todo lo que está pasando dentro del
psiquiátrico, podremos usar toda una suerte de visión nocturna que nos ayudara
a avanzar en la oscuridad. Esta es la principal mecánica del título, ya que
para escapar de los pacientes más agresivos deberemos de escondernos y usar la
oscuridad a nuestro favor. Algo sencillo pero muy efectivo. Las pilas de la
cámara se agotan, y deberemos buscar pilas en el escenario si queremos poder
ver en la oscuridad.
Así
iremos avanzando por escenarios que logran transmitir muy bien la locura que
tiene lugar en Mount Massive, resolviendo sencillos puzles y esquivando como se
pueda a los pacientes más agresivos. Los puzles son muy sencillos (busca
llave/mueve palanca para abrir la puerta de turno y poco mas), pero Outlast no
tiene intenciones de hacerte pensar mucho. Lo que quiere Outlast es que te sumerjas
de lleno en su ambiente y que pases mucho mucho miedo. Y vaya si lo consigue.
Mi primer encuentro con uno de los pacientes lo recordare siempre como uno de
los momentos más terroríficos que he vivido en un videojuego.
También
nos toparemos con pacientes mas “peculiares”, como Chris Walker, el padre
Martin (nuestro único aliado…o eso dice él), los gemelos, Richard Trager y eso
a lo que los pacientes llaman “Walrider”. Estos personajes funcionan a modo de
“jefes” aunque no podamos hacerles frente y nos lo pondrán más difícil que el
resto de enemigos para escapar de ellos.
Terror
de más o menos.
Las
películas de terror siempre tendrán una ventaja sobre los videojuegos de terror
por una sencilla razón, y esa es la capacidad de mantener la sorpresa. En una
película de terror que dure dos horas es más fácil mantener esa sorpresa que en
un videojuego que dure 10 horas. Y esto se convierte en la única pega que se le
puede poner a Outlast. Cuando ya llevas 5 horas de juego, los pacientes
agresivos dejan de darte miedo porque ya los conoces, sabes que van a hacer si
te ven, sabes cómo esconderte y como escaparte de ellos. Chris Walker y los
demás “jefes” si mantienen un poco mejor el tipo a lo largo del videojuego,
sobre todo porque no tienes tanto contacto con ellos y por eso mantienen el
elemento sorpresa.
Por
suerte la historia es lo suficientemente buena como para hacer que el jugador
continúe jugando hasta el final aun habiéndose diluido el principal atractivo
del título.
Susurrando
en la oscuridad.
Outlast
cuenta con un DLC llamado “Whistleblower”, que viene a completar parte de la
trama de juego principal. Este contenido nos pone en la piel de Waylon Park, la
persona que mando el correo a Miles. Park nos hará vivir de primera mano el
inicio de la locura en Mount Massive. “Whistleblower” sigue a pies juntillas
las mecánicas de Outlast, y nada más empezar conseguiremos una cámara de video
con la que grabar y ver en la oscuridad…y la verdad, lo veo como una
oportunidad perdida para experimentar con nuevas mecánicas. Esto hace que sí,
hemos jugado recientemente a Outlasts, este DLC tenga 0 capacidad de sorpresa
desde el principio, con lo cual el terror y la sensación de miedo no es tan
fuerte en su inicio.
Por
suerte encontraremos a dos nuevos “jefes” que nos harán sentir el miedo que no
pueden hacernos sentir el resto. Frank el cocinero caníbal y Eddie Gluskin se
encargan de elevar las cotas de tensión a lo que se espera de este juego.
Especialmente Eddie Gluskin, el que me parece el mejor “jefe” de la Outlast,
con un enfrentamiento largo, tenso, que nos hace sentir realmente a la merced
de la deformada mente de Eddie. Sin duda uno de los mejores momentos de
Outlast.
En
resumen, Outlast se convierte por
meritos propios en uno de los mejores juegos de terror en primera persona, y el
tiempo dirá si llega a convertirse en un clásico. Red Barrels hizo un
grandísimo trabajo y espero que sepan darle la vuelta de tuerca a esta saga
para que no caiga en la monotonía y mantengan siempre el elemento sorpresa. Si
te gustan los juegos de miedo y no has jugado a este, no se a que esperas.
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